La magia de la televisión atrapa a todos de una u otra forma. Crea predilección por programas, actores, directores o periodistas. De manera casi inconsciente nos identificamos con la telenovela o serie del momento y criticamos cuando un producto no está bien logrado. Lo que pocos saben es del trabajo y la pasión que ponen todos los que allí trabajan para lograr entretener, educar y divertir.
La televisión es considerada el medio de los medios y aunque internet ha ido ganando espacios, todavía muchos prefieren la pequeña pantalla para informarse y entretenerse. En este medio de comunicación, los jóvenes tienen cada vez más protagonismo lo mismo como profesionales, técnicos o directivos.
Espacios infantiles, juveniles, musicales, informativos y de orientación social conforman la programación de canales nacionales, telecentros provinciales y municipales. La preparación de todo el equipo técnico resulta esencial, sobre todo en tiempos donde los avances tecnológicos van a la velocidad de la luz. De eso dependerá la calidad final del producto.
La mirada de los más jóvenes se impone en las maneras de hacer televisión, sobre todo en los espacios informativos. Periodistas noveles toman referencia de los más experimentados y la adecuan a los nuevos tiempos. Una tarea difícil por cuanto se trata de reflejar inquietudes, problemáticas y realidades del día a día. No por eso se dan por vencidos y ponen en pantalla temas de interés público con los matices y contrastes necesarios.
Las especialidades definen mucho el trabajo de la televisión. Uno nada puede hacer. Todos logran un producto comunicativo de elevada factura y valores. El trabajo comienza con el guion, le sigue la mirada del director, la preparación del productor y luego la interpretación en imágenes del camarógrafo. Completan la magia el dominio técnico del editor y la labor de luminotécnicos, sonidistas, asistentes de dirección y otros imprescindibles en el proceso productivo.
Los públicos no se pueden olvidar en el proceso de producir contenidos. Es indispensable saber para quienes trabajamos y qué quieren o necesitan saber. La retroalimentación vía telefónica y electrónica, encuestas y estudios de audiencia son efectivas para saber por dónde estamos en materia de aceptación. No quiere decir que todo salga bien siempre. Muchos productos adolecen a veces de la calidad necesaria, no impactan en el gusto de los televidentes o proponen contenidos alejados de nuestra realidad.
La televisión continúa con el encanto de siempre, acompañada de las bondades de las nuevas tecnologías para satisfacer a un público siempre ávido de contenidos donde prime la calidad en la factura y el contenido. Y los jóvenes, en el centro de esos retos cotidianos, imponen maneras de hacer, siempre teniendo como premisa que la televisión es sinónimo de conocimiento y entretenimiento.